Kathleen by Christopher Morley

Kathleen by Christopher Morley

autor:Christopher Morley
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Humor
publicado: 1920-01-05T23:00:00+00:00


IX

—Venga, señor Blair —dijo la señora Kent—, usted siéntese aquí, al lado de mi esposo, para que puedan hablar de arqueología. El señor Carter me dice que él no sabe mucho de esas cosas, así que tendrá que dedicarnos su atención a Kathleen y a mí.

—¿Qué asuntos lo traen a usted hasta Wolverhampton, señor Carter? —preguntó Blair, con intención de descubrir las armas de su oponente lo antes posible.

Carter se sintió desconcertado por la pregunta, pero su desparpajo estaba a la altura de la prueba.

—El obispo me ha enviado —dijo— para que inspeccione las parroquias de los alrededores, con vistas a construir una capilla en las afueras.

—¡Qué interesante! —exclamó el señor Kent—. Pero esto no pertenece a la diócesis de Oxford, ¿verdad?

—Muy cierto —dijo Carter—. El obispo tiene que obtener un permiso especial del Parlamento. Una vieja ley del siglo XIV, según creo.

—¡Vaya, vaya! —exclamó el señor Kent—. ¡Apasionante! Mi querido señor Carter, tiene que contarme más al respecto. Me imagino que es usted una especie de estudioso de la historia, después de todo.

—Me temo que no, señor —respondió Carter—. Mis estudios de teología han sido demasiado exigentes como para dejarme ocasión…

—No haga caso de las evasivas del señor Carter —dijo Blair—. He oído hablar de sus ponencias ante la Sociedad Histórica de Oxford. Tiene una intuición histórica muy sólida. Creo que encontraría usted sus ideas de gran interés.

—Estábamos hablando de la Batalla de Tettenhall contra los daneses —observó el señor Kent, volviéndose hacia Blair—. Creo que si Kathleen pudiera llevarlo a la zona, encontraría usted los túmulos de excepcional interés. Querida, ¿podrías llevar al señor Blair mañana por la mañana?

Kathleen asintió, pero Blair se dio cuenta de que la joven no se estaba tomando la sopa. También se dio cuenta de que la doncella, en segundo plano, sufría espasmos de vez en cuando, a los cuales él no podía encontrar explicación.

—¿Ha dicho usted Tettenhall? —aventuró Carter—. Ese es justo el lugar que mencionó el obispo. Estaba particularmente interesado en que yo fuese allí.

—Puede usted venir con nosotros, por supuesto —dijo Kathleen.

—Estupendo —dijo el señor Kent, sonriendo afablemente a los jóvenes—. Ojalá pudiera ir yo con ustedes. Sabrán ustedes que Wulfruna, la viuda del conde de Northampton y fundadora de Wolverhampton, tenía una especie de residencia de verano en Tettenhall, y que yo afirmo haberla localizado… Por cierto, querida, ¿tú sabes qué le pasa a esta sopa?

—Creo que a Eliza Thick se le ha ido la mano con los condimentos —dijo la señora Kent—. Ya puede retirarla, Mary.

—Si no recuerdo mal, Wulfruna fundó la ciudad alrededor del año 996 —observó Blair—. Supongo que la ciudad recibe su nombre de ella.

—Exacto: Wulfruna-hampton. En verdad, señor Blair, sus conocimientos históricos lo honran. No sabía yo que los americanos fueran tan apasionados estudiosos del pasado.

Blair empezó a pensar que había ido demasiado lejos, porque notó que Falstaff mantenía una conversación privada con Kathleen. Intentó captar su atención para hacerle una pregunta, pero el señor Kent estaba ya muy enfrascado en su afición favorita.

—Wulfruna descendía de Ethelhid, que era nieta de Alfred el Grande.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.